Una Sevillana en Holanda

Os preguntareis como una sevillana puede sobrevivir en un pais como Holanda, ni yo misma lo sé, pero el amor tiene mucho que ver !!!

lunes, 24 de septiembre de 2007

- Cuento: La Cocina Encuentada



Hace algún tiempo encontré en internet un foro
de cocina en él además se contaban
cuentos y cual fue mi sorpresa?
al leer aquel cuento la abuela a la que se
referían se llamaba Argimira como también se llamaba la mía,
nunca podía imaginar que alguien
más tuviese una abuela llamada así.
En honor a las abuelas Argimira y a todas las
abuelas escribo aquí este cuento que espero que os guste.


En su Cocina vivía una Maga

Como todos sabemos lo que es una abuela o un abuelo, no voy a andarme por la ramas, ahí va mi Cuento, con mayúscula, porque es él el que tiene la culpa de que yo esté contándoos esto ahora.
Yo soy de pueblo, nacer no me acuerdo de donde nací, pero que crecí en un pueblo si lo recuerdo, esa suerte te acompaña siempre.
Pues bien, en el pueblo vivíamos en casa de la Abuela Argimira, una casa grande y más grande, era enorme y tenía una cocina fabulosa. Una habitación amplia en la que ocurrían las cosas importantes, allí dormían algunos, allí se cocinaba la comida de todos, allí de hablaba de cada uno y de lo de todos… y allí vivía la maga.
Mi abuela me contó que había descubierto a la maga una mañana, siendo moza, al ir a preparar el pan para hacer unas tostadas para el desayuno; la encontró en la panera entre dos esponjosos trozos de miga…y al principio, dice mi abuela, creyó que era un ratón e intentó cogerlo para dejarlo suelto en las eras, que si lo encontraba su madre, doña Juliana, el destino del ratón podía ser bien distinto.
Justo cuando lo iba acoger, el duende abrió unos enormes ojos muy azules y dijo:
-Ya era hora hermosa, unos días más de tardanza en descubrirme y salgo de aquí rodando de tanta y tan deliciosa miga.
Naturalmente mi abuela se llevó un susto considerable, hasta la fecha, ella nunca había visto a ratón que hablara y encima verde…y por supuesto no se había encontrado cara a cara con una maga. Se quedó mirando a la repanchingada criatura y se envalentonó de repente.
-Pero yo no sabía que estabas aquí ni que tenía que descubrirte. Además –añadió- si sales rodando es culpa tuya por comer tanta miga de pan y no moverte después.
-Fiuuuuuu!-silbó la traviesa maga- ¡vaya humos señorita!
Mi abuela se quedó parada pensando que efectivamente se había puesto muy arisca. Intentó poner una cara amable y preguntó todo lo suave que pudo: “ ¿Se puede saber de dónde sales tú?”
La maga, que como era mágica se daba cuenta de su esfuerzo, respondió: Pues verás, me he bajado de una caravana de comerciantes que venían del este cargados de especias, mis narices ya no aguantaban más aromas ni mis oídos más historias…
-¿Cómo es posible interrumpió la muchacha? ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible?
-Criatura toma aire y arranca, que te has quedado enganchada. ¿Exactamente qué quieres saber?
-Pues, quiero saber cómo es posible que alguien se canse de escuchar historias.
-Yo no he dicho que me cansara,-puntualizó la maga viajera- he dicho que ya no aguantaba más, tengo la cabeza llena de cuentos, leyendas y hechos reales, mil y cientos de historias ocurridas en todos los mundos, con todos los personajes y en todas las épocas…¡necesito descargar!
Mi abuela entendió al fin que la maga quería vaciar su cabeza de historias contándoselas a alguien y que había permanecido oculta en la panera a la espera de que ella la descubriera para poder ser su cuentacuentos particular, y ese descubrimiento lo cambiaba todo.
Como podéis imaginar aquella maga pasó a formar parte de la vida de mi abuela, y una parte bien grande… el hechizo de la cocina y las historias habían entrado en la vida de Argimira dejándola totalmente ENCUENTADA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por tu cuento :)